viernes
ETAPA TRES. (martes 9 de febrero)
Me levanté a las siete, me bañé, luego engrase la cadena de la moto, revisé pastillas, luces y controlé el emparchado portaequipaje que, por suerte, se encontraba en condiciones.
Fueron unos largos 50 kms (más o menos, no recuerdo bien) ya que la ruta se convierte en una suerte de avenida rápida con un aglomeramiento urbano bastante considerable. En este trayecto se pueden apreciar los viñedos chilenos y a su gente se la puede ver levantando la cosecha. Llay Llay es uno de los pueblos mas bonitos.
Luego de un largo camino de asfalto en donde la máquina golpetea bastante, entré en la autopista. Caminos realmente excelentes que no generan ningún tipo de rechazo por pagar peaje. Es barato pero se paga en todos lados. En los últimos 80 kms. hasta llegar a Viña del Mar se pagan 4 peajes. También se pasa por una villa alemana en donde se pueden apreciar todas las casitas construidas sobre un cerro.
Promediando el mediodía entré en la zona urbana de Viña y desesperadamente busqué el tan ansiado Océano Pacifico; y estaba allí, esperándonos, pidiéndome que baje a la playa, que me quería conocer. Paré "La Preciosa", la acaricie, le pedí que me espere un momento y me fui a la orilla a mojarme los pies. Fue cumplir el sueño que me propuse cuando compré el Fazer: tenerla solo para viajar, llegar a un lugar, decir "toco y me voy".
Bueno, nada, recorrí Valparaiso y Viña, subí a uno de los cerros que se encuentra totalmente poblado y asfaltado hasta la cima y luego me alojé en un hotelucho. A la tarde me fui a la playa y a la noche hice migas con unos chilenos que andan en moto.
ETAPA CUATRO, CINCO Y SEIS (miercoles jueves y viernes
Por la mañana, bien tempranito emprendí el regreso.
Estuve viajando dos días para regresar a casa: en el primero hice Viña - San Luis, el segundo San Luis - Longchamps, y como cuando llegué a casa mi familia se había ido a la costa argentina, al día siguiente hice trescientos kms. más y me encontré con mis seres queridos en Santa Teresita, partido de la costa, en el Océano Atlántico.
Agradezco a mis amigos que constantemente se conectaron para ver como andaba la cosa y a mi mujer, Myrian, que me apoya en estas travesías.
Hasta el próximo viaje.
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